Sin dudas vivimos horas de confusión y tensión. El autoacuertalamiento de los efectivos de la Policía Bonaerense en la ciudad de Mar del Plata y los saqueos que trajeron como consecuencia el cierre de comercios, bancos, y la paralización del sistema público de transporte conmocionaron a toda la ciudadanía, y repercutieron con mayor crudeza en los sectores populares.
El poder desestabilizador de las fuerzas policiales, que se anida en el autogobierno policial, el control territorial de los barrios pobres y la vinculación con el crimen organizado (narcotráfico, trata de personas, venta de autopartes), puede poner en peligro la vida democrática de nuestro país. Por eso, ninguna medida que haga jugar a ese poder desestabilizador puede ser apoyada por las organizaciones populares.
Muchos de los saqueos fueron deliberadamente organizados por la bonaerense. Por un lado, para legitimar su función y dejar en claro ante la sociedad que sin la policía “todo sería un caos”. Por el otro, para ejercer presión con medidas extorsivas como lo fueron instalar, en cuestión de horas, un clima de temor, tensión y paranoia en toda la ciudad para así conseguir lo peticionado antes las autoridades.
Consideramos que lejos de tratarse de una medida de fuerza por mejoras salariales y condiciones laborales que pueden ser legítimas, estamos ante una disputa de poderes que nos deja como víctimas, una vez más, a los humildes, los laburantes y vecinos de nuestros barrios.
Desde el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional (FPDS-CN) y el Movimiento 15 de Enero (M15) creemos que necesitamos un profundo debate y compromiso de toda la sociedad para construir el modelo de seguridad que necesitamos como pueblo y que deberá incluir la democratización de las fuerzas policiales.