Los hechos sucedidos durante la madrugada de ayer en el Barrio Moreno, cuyo desenlace arroja el lamentable saldo de 3 muertes jóvenes, desencadenaron una serie de aseveraciones que distan enormemente de la realidad.
En este angustiante momento, nos vemos obligados a replicar los chorros de tinta que se han empeñado – nuevamente – en la cada vez más desvergonzada y mecánica reacción por parte de los medios ante este tipo de hechos criminales: NINGÚN AJUSTE DE CUENTAS, NINGUNA “VENGANZA POR UN ATENTADO PREVIO;” MASACRARON A 3 PIBES DE FAMILIA, 3 COMPAÑEROS DE NUESTRO MOVIMIENTO que se empeñaban todos los días en llevar adelante proyectos comunitarios que incluían a la juventud del barrio.
Por todo esto, por la memoria de nuestros compañeros y el desagravio de sus familias, no vamos a permitir que se difame el nombre de nuestros pibes, compañeros, amigos y hermanos.
En primer lugar, hay que aclarar que ninguno de los pibes tenía antecedentes penales, versión que circuló inmediatamente después de la masacre. Desde ya que ninguno de ellos estaba armado; quienes conocemos a los pibes no podemos menos que indignarnos frente a la estúpida hipótesis de “un enfrentamiento”. Es sintomático que en las páginas de los matutinos convivan a pocos párrafos de distancia, la hipótesis de nuestros pibes haciendo fuego y la veracidad del ocultamiento policial de uno de los sospechados de asesinar a nuestros compañeros.
Hacia poquitos días junto al Jere, el Mono y el Patón (al igual que junto a tantos otros compañeros y compañeras que participamos en el Movimiento) celebrábamos el fin de un año en el cual habíamos realizado algunos de nuestros sueños: construimos nuestro local y refaccionamos una canchita del barrio (ambos a 40 metros de donde los pibes fueron ultimados); después de mucho laburo, juntando moneda por moneda, pudimos viajar con todos nuestros pibes al Campamento Nacional de Jóvenes de nuestra organización; y pensábamos arrancar en febrero con los ensayos de la banda de cumbia que tanto entusiasmaba al Patón. “Nos cagamos de risa y sirve para sacar a los pibes de la esquina,” decía El Patón, un pibe incansable a la hora de meterle el cuerpo a los sueños.
Eso eran los pibes: pura voluntad de salir adelante, de cuerpearle al estigma de “vivir en un barrio”; y alegría, sobre todo alegría. Todavía resuenan algunas carcajadas del Jere, aunque nos quieran vender que nuestros pibes eran poco más que delincuentes.
En este dificilísimo momento, no podíamos sino escribir estas líneas de desagravio, palabras que ya reflejan enormes ausencias y la predisposición a no olvidarlos nunca…
El Patón, el Jere y el Mono viven en cada uno de nosotrxs, sus compañerxs y familiares.
MOVIMIENTO 26 DE JUNIO – FRENTE POPULAR DARIO SANTILLAN